23 de Octubre de 2010:
El pasado sábado hemos salido de excursión por el Parque regional y nacional de Picos de Europa con unos amigos para disfrutar de un día esplendido y de unos paisajes difícilmente repetibles en otro lugar y en otro momento del año.
Son las fechas perfectas para disfrutar de un tiempo todavía relativamente agradable y sobre todo de un paisaje lleno de colorido y de tonos infinitos, matices que se han multiplicado exporencialmente en los últimos días gracias al follaje de las diferentes especies de arboles que pueblan estas montañas y que en estos momentos se tiñen de rojos, amarillos, naranjas, morados, verdes, etc.
La mañana amaneció algo fría pero sin indicios de helada en las proximidades de Palencia. Trazas de niebla flotaban sobre los campos entre la capital y Saldaña.
Desde Velilla del río Carrión nos dirigimos hacia Boca de Huergano y pasando el alto de las Portillas la vertiente Leonesa nos ofrecía esta imagen tan bucólica de la niebla cerniéndose sobre el pueblo de Besande y acariciando las faldas de las Peñas blancas.
Subiendo el puerto de Pandetrave por la vertiente de Portilla de la Reina los hayedos nos ofrecían una estampa perfecta de otoño. El dosel del bosque se teñía de múltiples matices rojizo-dorados aderezado por los verdes de los acebos y robles, los amarillos de los abedules y el rojo fuego de los cerezos silvestres. Os dejo una muestra en la siguiente fotografía que no hace justicia a lo que los ojos captaron.
En una zona cercana las hayas escalaban hasta lo más alto de unos contrafuertes calizos.
Los ojos se clavaron en esta montaña salpicada de dorados abedules.
A continuación os dejo una vista desde el mirador del pureto de pandetrave.
El encontrar el cielo tan despejado en este lugar y hacia el norte, nos acabó de confirmar que el día sería perfecto.
Descendiendo hacia el Valle de Valdeón, la carretera serpentea entre un hayedo perfecto y entre los claros de la carretera se abre un paisaje de ensueño hacia la Peña Gabanceda.
Los arroyos de la zona todavía no traen mucha agua, pero nos ofrecen rincones de paz y sosiego en lo más recóndito del bosque.
La humedad que conserva el suelo en el interior del hayedo es el seguro de vida para todo tipo de setas como estas Lepistas nudas.
El paisaje se abre un poco ya cerca de Santa Marina de Valdeón, dando paso a praderías salpicadas de robles y todo tipo de arbustos. El impacto paisajístico de la nueva carretera en las proximidades de Santa Marina es evidente y el encanto que tenía este estrecho tramo de calzada donde no cogían dos coches al tiempo se va a perder para siempre en pro del desarrollo de la comarca.
Desde Cordiñanes nos dirigimos al remoto pueblo de Caín por la carretera acondicionada no hace demasiado tiempo y que ahora facilita el acceso hasta el mismo.
Enseguida el río Cares se encajona entre las paredes verticales de caliza que intimidan al visitante.
Ejemplares aislados de Madroños se mezclan con los Robles y las Encinas, muestra del microclima pseudomediterraneo que gobierna en este desfiladero.
Desde Caín recorrimos de manera relajada el primer tramo de la ruta del Cares hacia Puente Pocebos y en las últimas casas del pueblo me llamó la atención este gato y la luz que le envolvía.
Algunas gotas de rocío colgaban de esta flor.
Ricas moras hicieron nuestras delicias de manera puntual. Las siguientes no ..... que no están maduras todavía.
Mirando hacia atrás, Caín y el Cares.
Algunos nogales como este ejemplar joven confirman lo del microclima que antes comentaba.
Ya en pleno desfiladero, el tramo de los túneles es bastante espectacular y divertido de recorrer.
Imponentes paredes de roca te hacen sentir muy pero que muy pequeño.
En uno de los tramos del río me sorprendió gratamente el rápido vuelo de un Mirlo acuático.
Un buen rato pude disfrutar de él nadando, buceando y explorando las orillas en busca de alimento. Me llamó la atención lo muy evidente que resultan las piedras que utiliza como posadero en mitad del río, todas teñidas de blanco por sus excrementos.
Llegó el momento de salir de este profundo valle y subir de nuevo a los puertos escapando de los cortados del desfiladero que pueden llegar a agobiar.
La siguiente fotografía está tomada desde el mirador de Piedrashitas con los picos Gildar y Cebolleda al fondo conformando un antiguo circo glaciar que da lugar al nacimiento del río Cares.
Desde el mirador, mirando hacia el Valle de Valdeón con el macizo central de Picos de Europa como telón de fondo.
En la siguiente foto, el pico Camborisco.
En las inmediaciones del mirador me llamó la atención este Serbal de cazadores con su follaje multicolor, un regalo para los sentidos.
Las bellotas de los robles poco a poco se entregan a la despensa que estos bosques representan en esta época del año.
Y de postre unas bayas de acebo.
Ya camino de casa, pero todavía en estas montañas, un zorro se afanaba en la búsqueda de roedores con las últimas luces de la tarde.
Últimas luces que finalmente tiñeron el cielo de violeta poniendo el cierre perfecto a un día lleno de imágenes y sensaciones agradables.
5 comentarios:
Magnifico reportaje! todas estupendas, permíteme elegir y quedarme con la de la montaña y los abedules.
Nos han gustado mucho las fotos. El reportaje muy agradable de leer. Al final siempre pillas algún animal, je, je. Las del mirlo acuático nos han dejado con ganas de fotografiarlo y como postre el zorro con ese color rojo tan bonito.
Saludos,
Lourdes y Jesús
Me encantaría poseer un calendario con estas fotos tuyas.
Impresionantes, enhorabuena.
Saludos.
Extraordinaria ruta que me ha dejado un regustillo de cuando hace unos años lo visité.
Las fotografías estupendas, las del mirlo una gozada.
Y maese zorro bien gordito y coloradito.
Un saludo cerrateño.
Pues yo elijo al Felix catus, que con esa mirada inquisidora parece que fuera el guarda del parque, dispuesto a llamarnos la atención ante una infracción.
Todas preciosas, un relax visual impresionante.
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